Sentada en una de las bancas de la universidad llegué a visualizar como volaba la pelota en el aire y caía sobre ciertos jóvenes. Sin duda pude darme cuenta que se trataba de un juego, un juego que alguna vez jugamos y muy difícilmente podríamos hacerlo ahora. Añoro esos ttiempos, aunque no somos mayores, se nos es difícil volver a jugar, pero con jocosidad y entusiasmo recordamos nuestros tiempos de correteos con los amigos.
Sin duda ellos eran "cachimbos", aún mantenían la cabeza en otro lado, era verlos desadaptados en el espacio, pareciese que ignoraban la presencia de la universidad. Pero de alguna forma llego a admirar y envidiar su despreocupación.
"¡Yo también quiero jugar!" Pues, ¿Quién no ha jugado a los siete pecados? ¿San Miguel? ¿Mata Gente? ¿O algún otro juego?
Y tener que correr, jalar, gritar y saltar, ¡esos sí eran juegos!.
Pequeño mundo de fantasías, recuerdos y pensamientos.
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Me parece muy bien, eso significa que no fui la única que estuvo allí!
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